En la anterior entrada del blog abordamos la cuestión de las extracciones de la marihuana más conocidas en nuestro entorno que no necesitan solventes para ser elaboradas. En este texto, conoceremos algunas de las extracciones con más riesgos asociados y que requieren técnicas más complejas a la hora de la manipulación de la materia prima, es decir, los cogollos de la planta. Hablaremos del mundo del dabbing y del budder, shatter, wax ¡y del butano que los parió!
En los Estados Unidos, donde en menor o mayor medida ya se ha regulado el acceso al cannabis, los extractos del cáñamo o cannabis concentrates se han popularizado tanto como los cogollos o los pre-rolls. De entrada, podemos hacer una doble lectura: por un lado, el consumo de estos productos se hace mayoritariamente por vaporización y, por lo tanto, se reducen mucho los riesgos asociados a la combustión; sin embargo, por otra parte, la potencia de estos productos y el precio son muy elevados, dos variables que pueden incrementar los riesgos, sobre todo en determinados grupos vulnerables.
Es importante recordar que los cannabinoides no son solubles en agua, por eso se necesitan materias grasientas, aceites o cualquier solvente orgánico para conseguir la resina. De hecho, este es el motivo por el que los metabolitos del cannabis tardan tantos días en desaparecer del organismo humano después del consumo. Es una información que podéis ampliar en la entrada Cannabis y conducción: la polémica está servida.
El etanol, también denominado alcohol o alcohol etílico, fue el primer solvente utilizado para extraer cannabinoides. Simplemente sumergiendo la materia vegetal en alcohol para diluir los tricomas y después filtrando el resultado con el fin de alcanzar un resultado parecido a una tintura, un aceite grasiento o, incluso, una cera que se podía ir refinando con diferentes técnicas. En el siglo XIX, estas extracciones estaban muy presentes en la farmacopea internacional y, hacia la década de los 50 – 60, desaparecieron junto con todas las extracciones de plantas siguiendo normas internacionales. Ahora bien, dos o tres décadas atrás ya se encontraban en el mercado ilícito unos tarros con «aceite de cannabis» que las personas consumidoras solían añadir (impregnando y dejándolo secar) sobre el papel de los porros.
Las extracciones de CBD con niveles muy bajos de THC se encuentran a menudo en diferentes aceites como, por ejemplo, de cáñamo, oliva o coco. Estos productos tienen bastante visibilidad en las tiendas de CBD o las herboristerías.
Hace entre diez y quince años se puso de moda una extracción denominada «aceite de Rick Simpson» (RSO) para consumo por vía oral o tópica. Inicialmente, se elaboraba con nafta y, posteriormente, alcohol isopropílico. Ninguno de los dos es recomendable desde el punto de vista del cuidado de la salud y la reducción del riesgo. De hecho, si os presentan una extracción y os dicen que está hecha con alcohol, es una buena prevención preguntar si el alcohol es isopropílico, ya que este tiene más sustancias tóxicas añadidas que el etanol puro (que no debería tener ninguna). El alcohol isopropílico es adecuado para la limpieza de utensilios y pipas de cristal. Sobre el aceite de Rick Simpson, solo mencionar que demasiado a menudo lo que se vende en los mercados no regulados es una engañifa oportunista.
De las extracciones con etanol se pasó a utilizar diferentes gases como solventes con la intención de eliminar más impurezas vegetales y hacer el consumo menos nocivo. Principalmente, el gas butano. Con este cambio también llegaron algunas de las únicas muertes que se relacionan con la marihuana, las resultantes de explosiones de gas. Desde RdRcannabis se desaconseja totalmente experimentar con estos productos tan inflamables. Repetidamente constatamos que no se tienen conocimientos ni instalaciones seguras para estos procesos de extracción.
BHO (Butane Hash Oil o aceite de hachís con butano)
Este método de extracción se popularizó en los EE.UU. y el Canadá a inicios del siglo XXI. La utilización de gas butano líquido hace este proceso complejo y peligroso. Cuando está realizado por personas con preparación, los resultados son muy apreciados por su calidad y eficacia. Por eso, no es extraño que la concentración de THC pueda llegar al 90% y se pueda capturar un espectro muy amplio de terpenos.
La manera más habitual de consumirlo es por dabbing o con vaporizador, y hay que ir mucho con cuidado con la dosificación, ya que puede tener efectos muy intensos. Los niveles de tolerancia de cada persona consumidora con respecto al cannabis marcarán la diferencia a la hora del dabbing. Para alguien sin experiencia no se recomienda repetir el consumo hasta al cabobo de 30 minutos de la primera inhalación. Tampoco se recomienda hacer un consumo usual ni mucho menos compulsivo. En este caso, estaríamos ante una situación de consumo problemático y podría ser recomendable buscar asesoramiento externo.
La presentación de los productos elaborados con la técnica del BHO ofrece texturas tipo mantequilla, miel o azúcar glass, que pueden ser sólidas o resinosas y dúctiles. Normalmente, tiene tonalidades doradas, naranjas o amarillas, aunque puede llegar a ser completamente blanco. Es muy importante que, una vez realizada la extracción, se purgue adecuadamente el resultado para eliminar completamente los restos del solvente utilizado, ya que el butano es tóxico para la salud. Por eso, no se tendría que consumir nunca por vía oral. El mejor lugar para almacenar el BHO es la nevera, en un recipiente de vidrio. Si se trata de un producto sólido, el BHO se puede mantener en un trozo de papel sin blanquear o en papel de cocina.
La experimentación dentro de este campo ha permitido la aparición de un amplio abanico de técnicas y texturas, por ejemplo: budder o BHO, wax, crumble, moon rock, shatter, earwax, honeycomb, honey oil, live resin, amber glass, dry oil, rock budder…
Moon rock
Es un cogollo de marihuana impregnado con aceite con THC y totalmente recubierto de ice-o-lator, kief o parecido. Es muy atractivo visualmente y su precio, muy elevado.
Shatter
Es de color ámbar y textura quebradiza, suele contener un porcentaje muy elevado de THC, los efectos pueden ser muy fuertes para alguien poco experimentado. Cuidado con la recodificación. Esta forma de concentrado es más difícil de utilizar porque es al mismo tiempo densa y dura. Romperla es parecido a romper cristal, de ahí el nombre: shatter (romper).
Wax i budder
Estos dos tienen una composición parecida a la mantequilla y son fáciles de manipular. Se pueden añadir con facilidad al interior de un pen o vaporizador portátil.
Crumble
Tiene una textura más parecida al azúcar o a las migajas de un pastel o galleta. Cada vez que se separa un trozo, muchos trocitos pequeños salen desmenuzados. Es más fácil de manipular que los aceites, pero menos que el shatter, wax o budder.
El món del dabbing
La mayoría de los productos concentrados de alta concentración no se consumen de manera eficiente con métodos de consumo clásicos comoo, por ejemplo, añadiéndolos a la superficie de un porro o calentando un cuchillo o en pipas tipos narguile. Por eso, están muy asociados a la cultura de la vaporización y el dabbing. Cuando hablamos del dab o del dabbing hacemos referencia al consumo de extracciones de cannabis mediante una pipa que lleva el nombre de bubbler, rig o bong.
El dabbing implica una manera de fumar concentrados mediante calentamiento por convección en lugar de calentamiento por conducción. El calentamiento convectivo es más saludable, suave y efectivo porque no «quema» ni malgasta los ingredientes esenciales y activos de la extracción o concentrado. El concentrado se calienta a una temperatura más baja y mediante calor indirecto, no con una llamarada directa. Para entendernos, es como cuando cocinamos una pizza en el horno de casa.
En cambio, el calentamiento por conducción consiste en calentar el cannabis por contacto directo con una superficie a alta temperatura. Siguiendo la metáfora del párrafo anterior, en este caso es lo que sucede cuando hacemos un bistec a la brasa.
La tecnología avanza muy rápido y ya hay vaporizadores que combinan las dos técnicas (convección y conducción). Sin embargo, el mundo del dabbing es el del calentamiento por convección.
El dabbing es una cultura emergente muy relacionada con las realidades del cannabis medicinal y la investigación de métodos de consumo con el mínimo riesgo posible para la salud, es decir, evitando la combustión de materia vegetal y pasando al mundo de los vapores. Sin embargo, ha saltado a una cultura mucho más mayoritaria y ha contribuido, entre otros, a reflotar y poner de moda el arte de soplar vidrio. Miles de artesanos del vidrio están haciendo carreras profesionales por todo el mundo gracias a este arte renovado.
Hay todo un vocabulario propio del mundo del dab; uno de los elementos más típicos es el nail (clavo), que sirve para depositar la muestra de concentrado dentro de la pipa para empezar a vaporizar. El nail puede ser de cristal, titanio, cuarzo o de cerámica. En nuestros días hay acontecimientos con cannabis que solo se centran en el mundo del dab y toda la fantasía de las pipas de cristal. Una precaución importante a la hora de hacer dabbing es no quemarse, ya que se utiliza un mechero con fuego a alta temperatura para fundir la muestra, y algunos elementos de la pipa se calientan bastante.
Uno de los elementos sobre los que gravita cada vez más la cultura del cannabis es el reino de los terpenos. En parte, está relacionado con la experiencia de la vaporización y el potencial que ofrece para apreciar los diferentes perfiles terpénicos del cannabis. Como las altas temperaturas juegan en contra del disfrute de los terpenos, la tecnología de la vaporización y el dabbing no ha parado de evolucionar en los últimos cinco años. Esto acaba de empezar. Dejaremos para nuevas entradas del blog las extracciones supercríticas (CO2), la separación molecular o los destilados de BHO que pueden llegar a concentraciones del 99,8% de cannabinoides.
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