La red va repleta de posts, reels, unboxings y reviews sobre nuevas genéticas, métodos de cultivo, tendencias de consumo o productos del cannabis. Navegando por esta nueva ola, también encontramos a los y las influencers, canales de Youtube especializados y múltiples organizaciones dedicadas a la educación y la divulgación. A lo largo de la última década, las presentaciones de los productos del cannabis no han dejado de evolucionar. La mejora de los procesos de extracción de cannabinoides y terpenos ha ofrecido una amplia gama de posibilidades, y cada producto tiene sus particularidades. A continuación, examinaremos algunos de los más populares en nuestro entorno.
En la era de las redes sociales, la cultura del cannabis también es una más de las que se han globalizado. La eclosión digital del cannabis tiene muchas caras. Podemos encontrar elementos comerciales, superficiales y machistas, pero también los hay sociales, científicos, feministas y de activismo político. Un algoritmo poliédrico que crece a escala exponencial. No se puede obviar el liderazgo que ejercen los EE.UU. y el Canadá. Ahora bien, a nuestro contexto ya existía una base cultural bastante sólida, en gran parte gracias a proyectos con más de dos décadas de recorrido, como, por ejemplo, la revista Cáñamo, el foro virtual Cannabiscafe o MarihuanaTV.
Hay que recordar que, como nos movemos en un mercado donde no hay controles de calidad y eso comporta riesgos inherentes, siempre tendremos que evaluar críticamente potenciales elementos de calidad, adulteración y contaminaciones.
La evolución de la popularización de los diferentes productos del cannabis está estrechamente ligada al desarrollo de las técnicas y a la mejora del conocimiento sobre la manipulación de la planta del cannabis y, en concreto, de los cogollos. Partiendo de las extracciones más ancestrales llegamos a las más modernas.
Charas
Es la manera más tradicional y atávica de extraer la resina de los cogollos de las plantas vivas. Simplemente con el roce de las manos se consigue una extracción por fricción que conserva muchos terpenos. Se conocen sus usos desde hace más de mil años en la India, concretamente en la región del Himalaya, y también en el Pakistán. Hay registros de su uso en entornos ceremoniales hinduistas, donde se consumía mediante pipas de arcilla llamadas chilum. En nuestros días, se pueden encontrar charas en algunos CSC y se consumen directamente en los porros, en el bong, haciendo dabbing o vaporizado.
A continuación, examinaremos productos elaborados a partir de un tamiz, sin utilizar solventes.
Hachís
La cultura hippy de la década de los sesenta y setenta hizo famosas algunas denominaciones de origen del hachís de Marruecos, Turquía, el Líbano o Afganistán, donde era la forma tradicional de filtrar o tamizar la resina de la marihuana una vez las plantas estaban secas. En función del tamiz y la técnica utilizados, y de la calidad de la materia prima, se obtenían extracciones con diferentes concentraciones de cannabinoides que se tenían que prensar con calor para transformarlos en una placa. El objetivo de este tipo de métodos es concentrar y aumentar la potencia, el sabor y el aroma de las flores que se han utilizado. Las concentraciones de THC en estos preparados tradicionales eran relativamente bajas, entre el 5% y el 15%.
En el ámbito de los CSC encontramos un amplio repertorio de hachís, con diferentes relaciones calidad-precio y denominaciones de origen tanto locales como lejanas. Las concentraciones de THC y CBD suelen ser más elevadas que en el mercado ilícito, donde a menudo se producen engaños y los productos son de más riesgo. Un elemento clave para gestionar los placeres y los riesgos es conocer la calidad del producto antes de consumirlo; en los CSC puedes obtener más información sobre las concentraciones de cannabinoides.
Dry Sift Hash
Consiste básicamente en un refinamiento del hachís. Tradicionalmente se conocía como kifi o kif. Se elabora con tamices de seda mucho más finos que los utilizados con el hachís que permiten una extracción de tricomas más potente. Tiene un aspecto de grano muy fino que conserva a la perfección el perfil de terpenos de la planta utilizados. Se busca la obtención de los tricomas parecidos a los obtenidos al recoger los restos del interior de los trituradores o grinders que incorporan una cámara de filtro. Si se vaporiza, se funde completamente. La concentración de THC es muy superior a la del hachís comercial, y se puede situar entre el 30% y el 50%. En laboratorios mejor equipados esta tecnología se ha mejorado usando gel seco (CO2) para realizar la extracción (Fresh frozen dry sift), o incluso nitrógeno líquido, que es mucho más frío todavía. Con estas técnicas se pueden obtener concentraciones del 80% de THC (Nitro Hash).
Bubble hash o Ice-O-Lator
En este caso, se utiliza hielo para mantener una temperatura baja del agua donde están sumergidas unas bolsas hechas de malla o tamices, parecidos a los del Dry sift, con la materia vegetal dentro. El método consiste en aplicar una separación mecánica de la resina cristalizada mediante una fuerza centrífuga para conseguir una extracción todavía más concentrada. Es importante que se haya realizado un buen secado del resultado antes; si no, puede aparecer moho. Desde la invención del Bubbleator, por parte de la Mila Jansen, se popularizó esta presentación, valorada por su pureza y capacidad de preservar los tricomas.
Rosin
Por su sencillez, seguridad y eficiencia, el rosin ha ganado mucha popularidad en la escena del cannabis en los últimos diez años. Únicamente aplicando presión y calor sobre los cogollos se obtiene un extracto muy concentrado que es apreciado porque mantiene las cualidades organolépticas del producto primario. La apariencia del rosin es parecida a la de la miel y la concentración de THC puede llegar a ser muy alta, hasta del 90%. Ello puede comportar riesgos de sobredosificación. Como generalmente se consume vaporizado o en dabbing, hay que ir con mucho cuidado e iniciarse en dosis bajas para evaluar su efecto. Es cada vez más habitual que los CSC tengan una prensa hidráulica transportable de uso manual para elaborar rosin al momento. Los días de hacerlo con una plancha de pelo eléctrica han quedado rápidamente atrás. Lo que se mantiene es el papel sulfurado (también conocido como papel de horno) para separar la fuente de calor y presión del cogollo y la muestra de cannabis.
Es importante mencionar que cualquier persona que sea miembro de una asociación de cannabis puede favorecer que esta incida en el control de la calidad del cannabis que se dispensa, y solicitar más información sobre la procedencia o los métodos de cultivo. En último término, es lo que hacen el resto de personas que consumen cualquier otro producto de consumo. A nadie le gusta que le den gato por liebre, y si una asociación no cuida a sus miembros, estos buscarán otra asociación más comprometida con las buenas prácticas. En el fondo, es responsabilidad de todos y todas luchar por aquello que queremos.
Puedes leer la segunda parte de este apunte en la entrada siguiente del blog RdRcannabis.
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