El concepto cannabis connoisseur se aplica a alguien que atesora un gran conocimiento sobre este producto de consumo. Para convertirse en connoisseur se requiere sensibilidad, formación, educación y experiencia. Ser capaz de distinguir las cualidades de una muestra de cannabis implica brindar atención a aspectos que habitualmente pasan desapercibidos al gran público.
En el texto siguiente pondremos luz sobre seis aspectos relativos a la calidad del cannabis que a causa de la situación legal de la planta han quedado relegados a un segundo plano, pero que cada día tienen más reconocimiento de la comunidad cannábica: el perfil de cannabinoides, el perfil de terpenos y la cuestión de la humedad (parte 1 del texto); y la calidad microbiológica, la determinación de metales pesados y los contenidos de residuos pesticidas (parte 2 del texto).
Cuando vamos a un supermercado o a la farmacia, los productos de consumo que se ofrecen han pasado una serie de controles de calidad e incorporan información escrita sobre su composición y su uso en etiquetas y prospectos. Lo cierto es que, a pesar de habernos relacionado a lo largo de décadas con las etiquetas, a muchas personas todavía nos resulta confuso enfrentarnos a ellas. En nuestro contexto, el mercado del cannabis no está regulado. Eso comporta que, mayoritariamente, encontremos una oferta de productos de cannabis que no pasan controles de calidad cuyo etiquetado no ofrece información a los consumidores. Habitualmente, lo que circula es el nombre comercial de la variedad, si se ha cultivado en el exterior o el interior, y su fisiología (índica-sativa-híbrida). Estas variables distan mucho de las que observamos que se exigen en mercados donde el cannabis está regulado. A continuación examinaremos seis elementos primordiales sobre la calidad del cannabis. En Cataluña y en el Estado español hay varias entidades, fundaciones y empresas que ofrecen servicios de análisis de cannabis ─Energy Control, por ejemplo. ¡Os animamos a seguir investigando!
Perfil de cannabinoides
Hablamos del “perfil de cannabinoides” cuando nos referimos a la concentración de estos principios activos en una muestra determinada de cannabis. Aunque el tetrahidrocannabinol (THC) y el cannabidiol (CBD) son dos de los cannabinoides más conocidos, existen más de 150 cannabinoides. Es importante diferenciar los “fitocannabinoides”, que son los producidos por la planta, de los “cannabinoides”, que son producidos de manera sintética (en laboratorios).
Los fitocannabinoides, producidos por una planta, se presentan en forma ácida. Cuando se escribe el acrónimo se añade una “a” al final ─THCA, por ejemplo. La aplicación de calor produce la transformación de los cannabinoides en ácidos en neutros. A este proceso se le denomina “descarboxilación”. En su forma ácida los cannabinoides no son psicoactivos.
En función de la maquinaria y las técnicas de laboratorio de cada servicio de análisis se podrán determinar más o menos compuestos del cannabis como, por ejemplo, THCA, THCV, CBDA, CBDV, CBN, CBG, CBGA, CBC, THC y otros.
Un perfil de cannabinoides identifica y cuantifica los compuestos psicoactivos de los productos de cannabis, cosa que permite a quien consume tomar decisiones informadas con respecto a su consumo.
Aunque la tendencia global de las últimas décadas ha sido potenciar el contenido en THC del cannabis (el cannabinoide responsable de los efectos psicoactivos), últimamente ha irrumpido con fuerza el CBD que, como es sabido, no da un morado al consumirlo. Ahora bien, los dos principios sí que interactúan entre sí. De hecho, los dos actúan sobre las mismas áreas del cerebro, pero de manera opuesta. Podríamos decir que el CBD contrarresta la sensación de morado del THC. El CBD se considera antipsicótico y, por lo tanto, puede mediar en los efectos psicoactivos del THC. Hay que hacer notar que todavía faltan estudios para entender mejor estas interacciones. Por ejemplo, no será lo mismo tomar unas gotas de CBD oral antes o después del consumo de THC que, por ejemplo, fumar un porro que contenga una marihuana con una relación 1:1 entre THC y CBD (es decir, el mismo tanto por ciento de los dos cannabinoides en una misma muestra). En el caso de las gotas, si se toman antes, se pueden mitigar los efectos no deseados de un consumo posterior de THC y, si se toman después, habría que tener en cuenta el ritmo de absorción de las gotas de CBD en relación con la potencia de los efectos del THC. En cambio, si se fuma un porro con una relación 1:1 entre THC y CBD, se modularán los efectos más psicoactivos del THC a través del denominado “efecto entourage” (“efecto séquito” en castellano), ya que se considera que los cannabinoides, flavonoides y terpenos tienen un mejor efecto si se toman de manera combinada que por separado.
Lo que se ha visto en estudios donde se administran dosis altas de THC puro a los participantes es que estos describen sensaciones de paranoia y ansiedad. Ahora bien, cuando se administra THC combinado con CBD aparece sensación de euforia y disminuye la inhibición de la memoria relacionada con el THC. También parece que la combinación de los dos cannabinoides ofrece mejoras significativas con respecto a la calidad del sueño. Es decir, desde un punto de vista de la reducción de riesgos, es útil tener conciencia del potencial del CBD para modular los efectos no deseados del THC.
Así pues, la relación CBD:THC de un extracto, producto o variedad de cannabis es un indicador bastante bueno de sus efectos. Una proporción con un nivel más alto de CBD producirá un efecto más claro o neto, mientras que valores más elevados de THC aumentarán la psicoactividad.
Un extracto o variedad 1:1 significa partes iguales de THC y CBD. Quien consuma en esta proporción experimentará un efecto psicoactivo evidente, pero el CBD disminuirá su intensidad. Las sensaciones de paranoia son menos probables. Si vamos a una relación 2:1, el doble de CBD hará que la intensidad del efecto del THC sea ligero, pero la persona no se sentirá intoxicada.
Más allá del THC y CBD, hay dos otros cannabinoides con una cierta popularidad: de manera destacada el cannabinol (CBN) y, mucho más recientemente, el cannabigerol (CBG). De hecho, el CBD y el CBN fueron los primeros cannabinoides a ser descubiertos en la década de 1940, mientras que la estructura química del THC no fue determinada hasta 1964. Con respecto al CBG hay que apuntar que también se le denomina “cannabinoide madre” porque es el primero que produce la planta y, posteriormente, se convierte en THC y CBD al madurar la planta. El CBG por él mismo no es psicoactivo. Por su lado, el CBN se forma al degradarse el THC. Por eso es importante almacenar adecuadamente el cannabis ya que se puede perder la potencia del THC.
Perfil de terpenos
Los terpenos son lípidos que se encuentran en muchas sustancias de origen natural (principalmente, en plantas e insectos) y son los componentes principales de la resina y el aguarrás. Estos componentes aportan olores a las plantas. Su función es defender las plantas de los depredadores y atraer los polinizadores. Los terpenos y sus derivados forman la familia de los terpenoides. Desde hace muchos siglos los terpenos han sido la base de los aceites esenciales y de la aromaterapia. También se utilizan en el campo de la alimentación.
Hace una década, la mayoría de personas interesadas en cannabis se preocupaban principalmente de una cosa: los niveles de THC. Pero cada vez hay más interés y conciencia sobre la responsabilidad en el olor diferente de cada variedad. Y es que diferentes estudios apuntan que cuando un terpeno interactúa con los receptores de nuestro sistema endocannabinoide puede ayudar o dificultar los efectos de los cannabinoides. Por eso, el cannabis rico en terpenos está aumentado en popularidad. Ahora bien, los terpenos por sí solos no producen el efecto de colocarse.
Algunos de los terpenos más comunes en el cannabis son los siguientes: limoneno, pineno, mirceno, linalool, δ-3-careno, eucaliptol, β-cariofileno, humuleno, borneol y terpineol. El terpeno más habitual encontrado en el cannabis es el mirceno (muy presente en el laurel, el perejil, el tomillo y la albahaca). Se interpreta que la concentración de mirceno determina si una cepa tendrá un efecto índico (sedante) o los efectos de una sativa energética. Cuanto más mirceno, más índica. Todavía faltan muchos estudios para poder comprender el rol de los terpenos en los efectos del cannabis.
Humedad
Una vez los ovillos del cannabis se separan de la planta se empiezan a secar y deshidratar. Es importante que las muestras destinadas al consumo estén suficientemente secas. Un contenido en agua del 10% o menos es el que se considera como aceptable.
Muchos productos naturales se almacenan o se mantienen mejor en un entorno controlado, cosa que también pasa con el cannabis. Hay varios elementos que hay que tener en cuenta a la hora de cuidar y almacenar adecuadamente una muestra destinada al consumo. Una de las consideraciones cruciales es la correcta gestión de la humedad relativa de la planta mientras se almacena en un recipiente hermético. En caso de que haya demasiada humedad aumentará el riesgo de contaminación por moho. Tener demasiado poca humedad hará que los tricomas se sequen. Eso comportará que se vuelvan frágiles, duros y menos efectivos a medida que los aceites esenciales que transportan los cannabinoides y los terpenos se degradan lentamente.
Siempre que una muestra de cannabis esté expuesta a niveles de humedad relativa (HR) superiores al 65% corre el riesgo de contaminación por mohos y microbios. En el otro extremo, los tricomas empiezan a ser frágiles con una humedad por debajo del 55%. Exponer el cannabis a humedades elevadas, incluso durante pocas horas, puede llevarlo de estar seco a estar en riesgo de propagación de mohos. La humedad óptima recomendada para almacenar cannabis normalmente oscila entre el 59% y el 63% de humedad relativa. Este rango de humedad relativa también es necesario para conservar el color, el aroma, la consistencia y el sabor originales. Se requiere un entorno fresco y cerrado para obtener una humedad óptima.
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