#RdRMezclas: cannabis (THC) con estimulantes, depresores y alucinógenos

La primera observación a hacer a quien tenga pensado mezclar cannabis con otras sustancias psicoactivas es que sería prudente conocer con anterioridad qué efectos tienen por separado cada una de ellas. Además, es preciso tener en cuenta que mezclar los efectos de ciertas sustancias puede comportar situaciones imprevistas a causa de las interacciones, por ejemplo, vivir una experiencia de una intensidad no deseada o caer en comportamientos de riesgo, ya que se reducen las inhibiciones y el autocontrol. En este texto nos ocuparemos de repasar los principales riesgos de la mezcla de cannabis con estimulantes, depresores y alucinógenos, y conoceremos una de las principales teorías de la filosofía de reducción de riesgos, el famoso “triángulo de Zinberg”.

Al combinar los efectos de diferentes psicoactivos se pueden producir -principalmente- tres resultados. En primer lugar, un “efecto adictivo” donde cada sustancia produce el efecto previsto de manera independiente. Es decir, los efectos de las dos sustancias se “suman” entre sí. En segundo lugar, un “efecto sinérgico” que es cuando dos sustancias producen un efecto mayor de lo que proporcionan cuando se toman por separado. Para acabar, un “efecto antagonista” que significa que una sustancia o más tomadas simultáneamente son menos eficaces que si se toman solas.

Ahora bien, si hablamos de la experiencia subjetiva de cuando se consume un psicoactivo, más allá de los efectos y propiedades de cada sustancia en particular, tenemos que tener en cuenta el factor del contexto donde se consumirá y el estado físico y mental en que se encuentre quien lo consuma. Una de las teorías fundacionales de la filosofía de reducción de riesgos en consumo de drogas la elaboró el psicoanalista y psiquiatra americano, Dr. Norman Earl Zinberg (1922-1989), en su libro Drug, Set, and Setting. The Basis for Controlled Intoxicant Use (1984).

El Dr. Zinberg se había dedicado a estudiar las trayectorias vitales de usuarios recreativos de heroína y mostró con datos e historias de casos por qué la relación de las personas con el consumo de drogas puede cambiar según: A) el tipo de droga consumida, B) la mentalidad de la persona y C) el entorno social. En una de sus primeras investigaciones, el Dr. Zinberg, estudió a un grupo de soldados norteamericanos que se habían enganchado al consumo de heroína durante la guerra de Vietnam, según Zinberg, lo habían hecho en un intento por “ocultar o tapar” la intensidad de la guerra. Estos soldados, cuando volvieron a los Estados Unidos, prácticamente cesaron el consumo de heroína. Concretamente, el 88% de ellos no volvió a ser adicto.

El trabajo del Dr. Zinberg contradice la idea de que algunas personas tienen “personalidades adictivas” y otras personas no. Su contribución explica que los efectos de las drogas no son sólo una consecuencia de la bioquímica. Él demostró que las expectativas de un individuo, su estado psicológico y su entorno social interactúan para producir los efectos sobre la conducta de la persona consumidora. Es decir, a partir del “triángulo Zinberg” pudimos contar como es que una droga afecta a una misma persona de manera diferente en diferentes momentos y, al mismo tiempo, afecta a varias personas de maneras diferentes.

En este sentido, como hemos visto, quien quiera prever cómo le afectará el consumo de una sustancia o más -primero- tendría que conocer bien cuál es su propio estado físico, mental y emocional; también -segundo- controlar cuál será el lugar donde se producirá el consumo (no es lo mismo consumir en el sofá de casa que bajo el sol de verano en la playa, hacerlo en solitario o con compañía, etc.), y para acabar -tercero- tener suficiente información sobre los efectos e interacciones de las sustancias psicoactivas que tenga previsto consumir. En el caso que nos ocupa, hablamos de la mezcla de cannabis con estimulantes, depresores y alucinógenos, se destacará:

Cannabis y estimulantes:

Uno de los escenarios más habituales de simultanear estos dos tipos de sustancias es que se acabe consumiendo más de las dos de manera compulsiva. Ello puede comportar, entre otros, una resaca más dura al día siguiente y un incremento en el gasto económico. Sobrecargar los pulmones de humo provocará que el cuello, la boca y la garganta sean más castigados de lo que es normal.

En el aspecto psicológico y emocional, el cannabis puede tener un efecto depresor, estimulante e incluso alucinógeno; esta variabilidad complica la interacción con los estimulantes. Sin embargo, si hablamos de la afectación en el sistema nervioso, el cannabis actúa como relajante y dilatante de los vasos sanguíneos, de manera que combinado con una sustancia que estimula y contrae los vasos sanguíneos podría intensificar los efectos secundarios negativos de ambas sustancias. Existen personas que prefieren reservar el cannabis para el momento en que disminuyen los efectos de los estimulantes, por ejemplo, al final de la fiesta con el fin de ir a descansar.

En personas con una cierta predisposición, estimulantes como la cocaína o el speed pueden producir ansiedad o paranoia. Estos dos síntomas también se dan en el consumo de cannabis, por lo que hay que tener cuidado con mezclarlos porque se podría disparar la intensidad de la experiencia de manera mucho más rápida que si se espaciaran los consumos.

Cannabis y depresores:

La combinación más frecuente se da con el alcohol y ya nos ocupamos en una entrega anterior. En relación con otros depresores como opiáceos o benzodiacepinas, la mezcla con cannabis puede incrementar la somnolencia y la sensación de mareo. También, se tienen que tener en cuenta las lipotimias y potenciales vómitos. Al verse afectado nuestro rendimiento psicomotor, se tiene que prever evitar esta mezcla en entornos no seguros o mientras se realizan actividades con riesgo (conducción, desniveles, oscuridad, etc.). Existen algunos depresores que actúan sobre la sensación de dolor, como son los analgésicos. El cannabis también tiene un efecto analgésico que sumado puede provocar que la persona pierda la percepción del riesgo ante situaciones que normalmente le harían reaccionar antes. Mezclar marihuana o hachís con antidepresivos tiene unos efectos poco documentados; en algunos casos, hay personas que experimentan una mejora del estado de ánimo y otras que se acercan más a los síntomas depresivos y de ansiedad.

Cannabis y alucinógenos:

Una variable importante a tener en cuenta es el estado emocional y psicológico de quien la consume. Antes de consumir una sustancia psicoactiva potente se tiene que estar en buena predisposición mental y en buena compañía. Las sustancias psicodélicas pueden comportar experiencias intensas, a veces llegan a desbordar a la persona que puede experimentar sensaciones de pérdida de control o de enloquecer, lo que es conocido como un mal viaje.

Hay personas que dicen que sólo utilizan el cannabis antes de tomar un alucinógeno con el fin de disminuir el nerviosismo y las náuseas relacionadas con las primeras etapas de un viaje. Cuando el cannabis se consume de manera simultánea puede provocar un incremento repentino de la intensidad de la experiencia, sobre todo en personas que no tengan tolerancia. También es cierto que existen usuarios que han comentado que al fumar cannabis la fuerza de la experiencia alucinógena disminuyó o se vio distorsionada. Introducir la variable del THC en un viaje psicodélico puede tener un resultado imprevisible, por ello, es menos arriesgado incorporarlo en la parte final, así se favorece la relajación y el aterrizaje.

2022-04-05T17:04:21+00:00

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